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El entorno natural es un sistema complejo donde las diferentes variables como temperatura, intensidad de radiación solar, calidad y cantidad de agua, condicionan la organización de los ecosistemas. Por ejemplo, Sánchez et al. (2014), realizaron un estudio del mono aullador en Costa Rica, encontrando los siguientes patrones:

  • El peso de las hembras fue significativamente menor en la región Chorotega (4.0 ± 1.2 Kg) y mayor (5.6 ± 0.8 Kg) en la región Huetar Atlántica.

  • En los machos el promedio de peso menor se observó en la región Chorotega (5.2 ± 1.5 Kg) y el mayor en la región Central (7.3 ± 4.5kg).

Como se observa en los datos anteriores, los aulladores capturados de la región Chorotega tienen un menor peso promedio que los de las otras regiones. Sánchez et al. (2014), concluye que el hábitat influye significativamente en las poblaciones del mono aullador. “En efecto, la Región Chorotega está constituida en parte (Potrero Grande, por ejemplo) por bosque seco en donde la disponibilidad de plantas y de agua para sustento de los grandes mamíferos es escasa e intermitente en el año” (2014, pág. 69).

Pero mientras los científicos descubren más evidencias sobre la interconexión que hay entre los elementos de la naturaleza, el “Homo sapiens sapiens” proporciona insumos al caos, con sus ya reconocidas actividades antrópicas disfrazadas de avances científicos y tecnológico. Patrañas que dan una ilusión de independencia del entorno. Aunque,

La separación de la naturaleza, entre lo que es o no natural, lleva con posterioridad a objetivar los ecosistemas, sacando el ser humano de forma casi divina, forma ficticia, del orden ecosistémico. para que este actúe como sujeto dueño de su exterioridad, sin verse parte de una trama. A la vez esto ocasiona su desvinculación, de forma ficticia, del orden ecosistémico. Vivir fuera de la naturaleza no es posible.
Se presenta la ciencia y la tecnología como verdades incuestionables que se dictan desde las escuelas y universidades cartesianas. Conciben los ecosistemas como objetos que deben ser explotados, aunque reconozcan que son escasos y que deben racionalizarse para las futuras generaciones, sin abandonar las cátedras de superioridad con respecto al entramado del que se forma parte. (Marrero Solano, 2020, pág. 33)

Un progreso con su falsa autonomía, que suma caos con efectos críticos e irreversibles al ambiente. Vargas (2022), quien recupera una cita de Aristóteles, menciona que:

En su Metafísica, Aristóteles define el concepto de naturaleza -entre otras acepciones- como el material primario desordenado e incapaz de experimentar un cambio que lo haga salir de su propia potencia, del que es o se engendra cualquier objeto natural. (pág. 58)

Con estos elementos, el entorno natural es complejo, interconectado, dinámico, caótico, NO lineal e impredecible; pero a pesar de estas facultades busca anti-naturalmente orden.

Para soslayar la extinción, las especies mutan, transformándose ante demandas ambientales, o sucumben. La consecución de los imperativos vitales es una posibilidad supeditada al azar y a la necesidad; esta última alude a la desorganización y reorganización que operan los organismos, es decir, viven, se conservan y se alteran entes complejos que ganan más complejidad y la articulan para perseverar en su existencia. La noción de sistema intenta comprender la complejidad intrínseca de todo lo constituido por elementos y relaciones, vale decir, todo lo que está estructurado y orientado a fines. (Vargas Campos, 2022, pág. 59)

Las épocas antiguas y su principio de aislamiento. El “Homo sapiens sapiens”, con sabiduría plantea sus necesidades sobre las necesidades de otros seres vivos; la causa de un aislamiento eterno que se construyó desde las épocas antiguas.

Pero retomar toda la época antigua para descubrir cómo se origina ese aislamiento perenne es difícil, sobretodo porque hay enormes vacíos en la historia por la falta de documentación. Por esa razón, utilizaremos las expediciones al Nuevo Mundo que se originaron desde el siglo XV, para comprender un poco la influencia en la Historia Natural.

Durante los siglos xvi y xvii, a pesar de importantes importaciones de cacao, tabaco y tintes, el principal interés comercial de España estaba relacionado con el oro y la plata, “las riquezas del Nuevo Mundo”. La Corona está obsesionada con la explotación de la riqueza minera de las colonias como principal medio para costear sus guerras en Europa. La agricultura y la industria en América no fueron de gran interés para la Corona. Las políticas imperiales hasta el siglo xviii intentaban reforzar la dependencia de las colonias, estimulando la minería en América, y la agricultura y la industria en España, las que, a su vez, encontrarían un mercado en las colonias. (Nieto Olarte, 2019, pág. 20)

Mientras los intereses políticos del Nuevo Mundo tenían un rumbo bien definido, algunos naturalistas se concentraban en describir el entorno natural de América. Por ejemplo, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Tras su segunda estancia en América, publicó el Sumario de la natural historia de las Indias (1526), donde se presenta como un admirador de la naturaleza y de las costumbres indígenas, que describe con entusiasmo. Nieto (2019), nos describe cómo es el naturalista de esta época.

La representación en historia natural de animales, plantas o paisajes tiene un carácter realista y presupone la representación de objetos tal y como son, en directa oposición a las elaboraciones imaginarias del arte y la fantasía. El registro visual de la naturaleza (“naturaleza” o “natural” como aquello que la mano del hombre no ha alterado) debía ser representado como realidad sin intervención humana o, para decirlo de otra manera, las imágenes nos muestran hechos, no artefactos. Un fragmento de las instrucciones de Gómez Ortega a los artistas de la expedición dice así: “En sus trabajos deben limitarse a copiar la naturaleza con exactitud especialmente las plantas sin procurar adornar o aumentar algo con su imaginación (pág. 40)

Para el siglo XVIII, los naturalistas se concentraron en transformar el entorno natural en riqueza; potenciando disciplinas científicas más objetivas, uno de estos personajes fue Casimiro Gómez Ortega, quien colabora en la formación de profesionales y trabaja en aclimatar los ejemplares traídos de América en los jardines botánicos españoles.

En unos de sus libros insiste en el valor político y económico de la exploración botánica. Hace un recuento de cómo todos los grandes imperios, desde los romanos hasta los holandeses pasando por los franceses e ingleses, han tenido éxito en la apropiación y naturalización de plantas de lugares remotos lo que a su vez les dio beneficios comerciales y medicinales. (Nieto Olarte, 2019, pág. 32)

Para el conquistador europeo, solo existía el proyecto de explotar las riquezas del Nuevo Mundo; el naturalista antiguo desaparece en este deseo de poder y la figura del científico de la época cambia su roll de conservar el entorno por el de ser productivo.

La silenciosa y raída época de explotación colonial, que terminó para Centro América en 1821, no pudo haber sido más estéril en cuanto al desarrollo de culturas locales y de acervo intelectual. La España, real y prepotente, escasamente. permitía una pobre educación elemental de sus pueblos, mientras que la férrea mano de la Iglesia consideraba a los adelantos intelectuales como obra del demonio, fatal para las almas de sus feligreses, particularmente si estos esfuerzos estaban contaminados por las ideas de la Revolución Francesa. (Janzen, 1991, pág. 2)

Aunque en el inventario realizado por los científicos modernos se asegura, que la pérdida no solo fue en metales preciosos; se perdieron ecosistemas, lenguas y cultura.


Época contemporánea, el aislamiento madura.

Para nuestro curso, entenderemos que la época contemporánea inicia desde la Revolución francesa, entre 1789 y el presente. Un momento en la historia, reciente que produce grandes avances tecnológicos que se fundamentaron con conocimiento científico. Es una época, donde la razón tiene la verdad absoluta, llegándose a pensar que es la ciencia y la tecnología la que nos enrumbará por el mejor camino. Pero en este siglo XIX, el quehacer humano estaba definido por la economía. Janzen (1991), describe cómo vivió Costa Rica el inicio de una economía globalizada.

En 1843, William Le Lacheur, un comerciante inglés, atracó su barco, el Monarch, en el Puerto de Caldera en la costa pacífica de Costa Rica. Las bodegas del bergantín estaban casi vacías para su viaje de retomo, y Le Lacheur quería obtener algún cargamento para su largo y peligroso viaje alrededor del Cabo de Hornos. Cabalgando en una mula se dirigió a San José en donde se encontró con Santiago Fernández, un comerciante de café, quien confió en la palabra de Le Lacheur y le dio a crédito 5,505 quintales de café costarricense. Este último volvió en 1845 para pagarle a Fernández y esta vez trajo más barcos y una buena cantidad de libras esterlinas.
Comenzó una nueva industria. Los barcos que llegaban a cargar café traían sus bodegas repletas de mercancías, incluyendo las telas de algodón de Manchester, Inglaterra, que a la sazón abrirían continentes enteros al imperialismo británico. Y, claro está también, traían pasajeros. El flujo de dinero transformó regiones pobres en regiones prósperas, variando muchas cosas conforme los criollos incluían en sus intercambios los bienes culturales.
El café fue responsable del inicio de las relaciones diplomáticas entre Costa Rica, Inglaterra, Francia y la Liga Hanseática y también en 1849 de la expansión de las áreas agrícolas y muchos de los siguientes movimientos de la población, así como la abertura de caminos de acceso y ferrocarriles. El café fue quizás también responsable por el primer golpe de Estado oficialmente reconocido en Costa Rica; J. R. Mora Porras y R. Aguilar, socios en una firma de exportación de café se disgustaron debido a un descuerdo financiero. Más tarde, Mora obtuvo satisfacción pecuniaria y a la postre llegó a ser presidente de Costa Rica, pero fue depuesto por el vengativo Aguilar en 1859. (Janzen, 1991, pág. 2)

Sin duda, el café marca una Historia Natural “tica”, enfocada en la economía, la agricultura y el monocultivo. Condiciones que solo buscaban palear las necesidades de un grupo selecto de costarricense de la época.

No obstante, también hubo perdedores, sobre todo los campesinos pobres, que se vieron perjudicados con la privatización de la tierra y se volvieron trabajadores asalariados; y los indígenas asentados en el Valle Central, que se vieron desplazados y obligados a penetrar en las montañas, sobre todo en Talamanca, en un proceso que los condenó a un porvenir de exclusión y olvido. (Molina & Palmer, 2011, pág. 65)

Luego para 1960, Costa Rica apostaba por la Industrialización de la economía. Según, Abarca y Ramírez (2014), con este esquema pretendía, además, lograr altas tasas de crecimiento, particularmente en las actividades industriales, y alcanzar al mismo tiempo mayor eficiencia en la producción por medio de la instalación de empresas con mayores escalas de planta y tecnología más avanzada. Aunque la idea provocó una marcada desigualdad social.

Pero este fenómeno de exclusión social enceguecedora, donde los terratenientes se enriquecían, se traduce más adelante en un impacto negativo para el entorno natural de nuestro país, el cual sufre una diversificación del monocultivo (aparece en la época el banano) y la ganadería. Se considera que, desde la década de 1950, aproximadamente el 60% de Costa Rica ha sido despejado para dar cabida a la ganadería.

La selva tropical de tierras bajas ha sido más afectada donde 130 000 acres (526,1 km²) de tierras anteriormente forestadas (principalmente en las regiones del Atlántico y del Norte) se han eliminado. Estas industrias han sido sinónimo de riesgos para la salud, en particular los altos niveles de pesticidas tóxicos que afectaron a miles de trabajadores de las plantaciones en toda América Central en la década de 1970. (BIOMARCC-SINAC-GIZ, 2013, pág. 5)

Pero, mientras los efectos de la economía impactaban en el medioambiente de Costa Rica, es necesario preguntarnos que estaban haciendo los científicos, porque queda claro que, para mitad del siglo XIX, los naturalistas eran escasos.

Las políticas de conservación que Costa Rica tiene en la actualidad, obedecen a una influencia extranjera de científicos que insistían en preservar el potencial ecológico del país. Por ejemplo, Janzen (1991) afirma que:

En 1853, a escasos 10 años de haberse abierto el mercado cafetalero europeo, el presidente Mora Porras dio la bienvenida a dos médicos alemanes, quienes traían una carta de recomendación de Alexander von Humboldt: Carl Hoffmann (1833-59) y Alexander von Frantzius (1821-77).
Hoffman exploró las regiones altas de la Cordillera Volcánica Central (Hoffman 1856, 1857), colectó plantas y animales que envió a Berlín (…) von Frantzius también fue muy activo; sus exploraciones botánicas en Costa Rica, conocidas en el mundo académico, y sus colecciones de la fauna se usaron en una de' las primeras listas comprensivas de los mamíferos y pájaros, tanto por él como por el famoso Cabanis de Berlín. Frantzius fundó una farmacia en San José, y donde uno de sus futuros aprendices José C. Zeledón, se interesó muy profundamente por la naturaleza, y luego llegó a tener renombre mundial como ornitólogo. (Janzen, 1991, pág. 3)

Tiempo después, Costa Rica toma el camino de hacer obligatoria la educación, para iniciar con esta tarea educativa, se contratan profesores extranjeros de los que destacan ingenieros y biólogos. Según Janzen (1991), esto marca el inicio del período dorado de la historia natural costarricense. Sin embargo, la producción de profesionales costarricense de esta época fue en su mayoría abogados.

La Segunda Guerra Mundial jugó un papel muy importante en nuestra historia, ya que desestabilizó mercados y políticas, y también tuvo una influencia directa en el avance de la tecnología sobre las ciencias puras. Costa Rica se lanzó de lleno, sin preparación, en la era atómica. La educación superior tuvo, de este modo, un sesgo hacia las ciencias aplicadas, al igual que la economía fue dominada por el capital y los mercados norteamericanos. En 1948 la revolución del partido liberal finalmente decapitó los menguantes restos de las ideas conservadoras, y Costa Rica tomó un giro hacia una tecnología que pretendía neutralizar un equilibrio entre un electorado potencial y la burocracia. (Janzen, 1991, pág. 6)

De esta manera, la producción de profesionales en áreas científicas, ponen las primeras bases para buscar una Costa Rica más responsable en preservar su entorno natural. Sin duda, es el resultado de una serie de acontecimiento los que proyectan la Historia Natural de nuestro país.

Aunque en la actualidad el aislamiento está presente, poco a poco, se tienen generaciones más consiente de la interconexión del ser humano y el entorno natural.

 

Referencias


BIOMARCC-SINAC-GIZ. (2013). Impactos del cambio climático sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos con énfasis en áreas silvestres protegidas: Síntesis del estado del arte 2009-2011. San José-Costa Rica. San José: BIOMARCC-SINAC-GIZ. Recuperado el 9 de enero de 2023

Janzen, D. (1991). Historia Natural de Costa Rica. San José: Universidad de Costa Rica.

Marrero Solano, C. (2020). IRIRIA. Una morada para la educación ambiental (Primera ed.). Cartago, Costa Rica: Ediciones libres. Recuperado el 12 de enero de 2023

Molina, I., & Palmer, S. (2011). Historia de Costa Rica. San José: Universidad de Costa Rica.

Nieto Olarte, M. (2019). Remedios para el Imperio: historia natural y la apropiación del Nuevo Mundo (Tercera ed.). Bogotá: Universidad de los Andes. Obtenido de https://elibro.net/es/lc/bibliotecauca/titulos/118321

Sánchez Porras, R., Chinchilla Carmona, M., Valerio Campos, I., & Vanegas, J. C. (2014). Variaciones morfométricas de los monos congo o aulladores Alouatta palliata (Primates: Cebidae) de Costa Rica. Pensamiento Actual., 14(22), 65 - 83. Recuperado el 10 de enero de 2023

Vargas Campos, R. A. (2022). La perspectiva naturalizada de la condición humana en el pensamiento complejo. Revista de filosofía, LXI , 57-68.



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